Con una inflación creciente, la brutal devaluación y los despidos, el gobierno quiere poner tope a los salarios para descargar el ajuste sobre los trabajadores y el pueblo
1. La mentira de la “pobreza cero”
El gobierno de Macri siguió devaluando el peso. Atrás quedó la subida de los $9,94 a $13 que presentaron como “exitosa salida del cepo”, al 9/2/2016 el dólar está a $14,70. No tanto como los $20 que reclaman ya las cerealeras, se acerca a los $16 que le pidieron, por ahora, los monopolios, pules y terratenientes agrupados en la AEA (Asociación de Empresarios Argentinos). Al lunes 9/2, la devaluación del peso suma el 47%.
Es cierto que la herencia kirchnerista incluyó una enorme inflación que carcomió los salarios. Tan cierto como que la devaluación macrista fue anunciada con la suficiente anticipación como para que los 100 monopolios formadores de precios hicieran la tremenda suba que cortó por la mitad el valor de compra los salarios, jubilaciones, planes sociales y demás asignaciones fijas.
La devaluación podó a la mitad el poder de compra de los salarios del conjunto de los trabajadores (ocupados, jubilados y desocupados). Algunos gremios conquistaron bonos de fin de año o cifras puente hasta las paritarias, que cubrieron parte de la inflación y devaluación. Pero para todos los que no lo lograron, fue un hachazo: estatales y docentes, el 40% que están con contratos basura o en negro, los jubilados y pensionados, los planes sociales, la asignación por hijo, etc.
2. Canilla abierta
Macri ofreció pagarle a los fondos buitres 15.775 millones de dólares. Les reconoce el 100% del capital y el 50% de los intereses, de una deuda denunciada ilegítima, fraudulenta y usuraria. Para eso hay plata.
Macri le dio a las petroleras un subsidio de $88.200 millones. Eso es una renta de más del 300%. Un regalo con plata ajena, porque no los pagará el gobierno, sino el pueblo cuando cargue nafta, tome un micro o prenda una lámpara. Para las petroleras hubo plata.
Macri arregló con las cerealeras y grandes pules y terratenientes, la venta de lo que habían acaparado a un dólar a barato y con retenciones, al dólar actual y sin retenciones (y una rebaja del 5% a la soja). Para estos piratas hubo plata.
Macri le legalizó a bancos y especuladores el negociado que armó el gobierno K con la venta de dólares a futuro, que en 3 meses podrán tener una ganancia del 50%. Para los usureros hubo plata.
Macri, para disfrazar las reservas y pagar las importaciones que castigan a la industria nacional, convirtió yuanes en dólares, y contrató un préstamo con los patrones de Prat-Gay y otros bancos “amigos”, pagando jugosos intereses. Para estos otros usureros también hubo plata.
Macri, con el tarifazo a la electricidad, le dio varias decenas de miles de millones de pesos a las distribuidoras y usinas: él, sus socios y sus amigos son dueños de Edesur y de numerosas usinas. Para ellos también hubo plata.
Para los de arriba, la canilla está abierta.
3. Ajuste, disputa y represión
La política de Macri es un brutal ajuste con el que los trabajadores (ocupados, desocupados y jubilados), los campesinos pobres y medios y los chacareros, y la industria nacional, pagan la herencia kirchnerista, y engordan los bolsillos de monopolios y terratenientes con los que el gobierno trabaja para conformar un nuevo sector hegemónico del bloque dominante. Algunos de esos grupos engordaban con Néstor y Cristina (como las petroleras, las cerealeras, los bancos, entre otros) y Macri les ofrece su tajada ahora. Otros son grupos a los que el kirchnerismo tenía a ración y que ahora pueden engordar, como las energéticas. Y trata de aislar y golpear al grupo de los testaferros y amigos K (como Lázaro Báez).
Esa disputa por arriba es feroz. Sobre todo por la costilla flaca con la que llegó Macri a la presidencia: la “gobernabilidad”.
En el Congreso se van reagrupando las fuerzas del PJ, con la ruptura de 15 diputados del bloque del Frente para la Victoria, el reagrupamiento de los senadores con Picheto, y el peso creciente de gobernadores e intendentes. A la hora de la verdad, el “método” macrista, es igual al kirchnerista: las cajas del Estado son la llave que abre o cierra puertas en las negociaciones.
La clave, para el gobierno, es garantizar el ajuste que baje el precio de la mano de obra (lo que incluye eliminar los subsidios a los servicios para recortar el presupuesto estatal). Para eso es el techo en las paritarias.
Como la receta es “un purgante”, no cierra sin represión. Para eso, para que su “protocolo” que criminaliza la protesta popular funcione, Macri necesita controlar el aparato represivo. Un paso lo dio entregando a la DEA la jefatura de la Bonaerense. Otro, fue engordar a la Metropolitana con parte de la Federal. El tercer paso es la creación de una fuerza de élite nueva, presentada como “anti narco”, confiable para el objetivo de sacar al pueblo de las calles y las rutas.
4. Despidos, cierres y negociados
Siguen los despidos de estatales, en metalúrgicas y otras ramas, suspenden a trabajadores de Volkswagen y Ford, están parados 11.500 trabajadores de la construcción del Chaco, cierran frigoríficos de pueblo, Sancor construyó una planta nueva y la vendió a capitales yanquis. Le sigue yendo mal al agro y la industria nacionales, le va bien a la concentración monopólica y a los capitales imperialistas.
Los negociados del grupo Kirchner van aflorando. Estafaban al PAMI haciéndole comprar remedios para 7.500 jubilados fallecidos por $500 millones por año; y ahora hay dificultades para que los jubilados compren sus remedios. Sin contar la plata que el gobierno K tomó “prestada” al PAMI. Se “comieron” $30.000 millones y 700 millones de dólares para reactivar la mina y construir una usina a carbón en Río Turbio que debió empezar a funcionar en el 2011, y todavía no puede funcionar, porque no hicieron la reactivación de la mina. Además, ahora se sabe que el testaferro K, Lázaro Báez, recibió $12.000 millones para rutas que no construyó.
Hasta ahora no hay ningún preso, ni se decomisaron fondos de los que vaciaron el Banco Central, la Anses, el PAMI, provincias, municipios, etc. ¿Se usarán estos destapes como moneda de cambio en el Congreso? ¿Será Boudou con los K, lo que María Julia Alsogaray con Menem?
5. Con los estatales y los docentes
En donde se luchó se frenaron los despidos: Cresta Roja, los petroleros de Chubut, y numerosas reparticiones estatales. ATE ha convocado a un paro nacional el 24/2. Un plenario nacional de Desocupados de la CCC se sumó al paro, incorporando sus propios reclamos de emergencia social.
El gobierno está empantanando la paritaria docente. Los maestros no aceptan pagar el ajuste. Está abierta la posibilidad de unir la lucha de los estatales con los docentes. El gobierno trabaja para aislarlos, negociando con sectores del movimiento obrero que dan tregua. Algunos, como Caló, que fue alcahuete de los K, le pidió “un mimo” a Macri. Apoyar y rodear de solidaridad la lucha de los estatales y la paritaria docente, es el camino para abrirle la mano al gobierno, para conquistar los salarios y las condiciones de trabajo que reclama todo el movimiento obrero.
Los trabajadores, el campesinado y otros sectores populares han luchado durante los 12 años de gobierno K, no para tragarse el sapo del ajuste macrista, ni para que vuelva Cristina. Hay otra salida, a favor del pueblo. Una salida que parte de encabezar las luchas, coordinarlas, y reagrupar fuerzas sociales y políticas en las multisectoriales, para torcerle el brazo al ajuste y la entrega. Lo que exige una gran campaña política, fortaleciendo al PTP y el PCR, y marchando a los Congresos provinciales del Frente Popular preparatorios de su Congreso Nacional. Y promoviendo iniciativas que ayuden a ese reagrupamiento de fuerzas, y a fortalecer el camino de esa salida que dé vuelta la tortilla: que paguen el ajuste los monopolios imperialistas y de burguesía intermediaria, y los grandes pules y terratenientes.
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