jueves, 17 de marzo de 2016

Se mueve la burguesía argentina.............

En el oficialismo había un sector, encabezado por Gustavo Lopetegui, uno de los secretarios clave de la Jefatura de Gabinete, que avala a Miguel Gutiérrez como presidente e intentó sostener a Galuccio como CEO de la empresa hasta último momento. Lopetegui, CEO de LAN Argentina desde 2009, de 56 años, se desempeñó durante diez años como consultor de la firma internacional McKinsey. En 1996 se decidió a probar suerte como empresario y junto con su esposa fundó la cadena de minimercados Eki, de la que se desprendió en 2001, a manos de un fondo de inversión controlado por el Bank of América.
Galuccio llegó a la Argentina en 2012 para conducir la nueva etapa estatal de la petrolera. Para eso dejó un alto cargo en Londres (Inglaterra) en la empresa Schlumberger, el gigante de servicios petroleros especiales de Houston (Estados Unidos). Esa vinculación le provocaba contradicciones con las grandes operadoras imperialistas que también requieren los servicios técnicos que monopolizan pulpos internacionales como Halliburton y la propia Schlumberger. Por eso se decía desde el comienzo de la gestión macrista que había otro sector, encabezado por el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, el ex CEO de Shell, que empujaba la salida de Galuccio, pese a su acercamiento con Macri.

Una de las cuestiones criticadas a la gestión de Galuccio fue el creciente endeudamiento de la petrolera. Desde la estatización del 51% de las acciones que tenía la española Repsol en YPF, se elevó la deuda en bonos externos de casi US$2.000 millones hasta algo más de US$7.000 millones, además de tener que afrontar intereses por US$800 millones anuales, si bien descuenta una parte importante por impuestos. Y todo eso, en el contexto de fuerte caída de los precios internacionales del crudo.

La salida “salomónica” de Macri, de aceptar dividir en dos la cabeza de YPF sacando a Galuccio, buscaría por un lado contemplar los intereses de los sectores financieros asociados al endeudamiento de YPF, y por otro la intención de las operadoras imperialistas de “manejar el día a día” de YPF. De ahí la presidencia otorgada a Miguel Gutiérrez y la permanencia de Daniel Rodríguez, el armador del plan de endeudamiento de YPF que, aunque cercano a Galuccio, es un funcionario de confianza del actual vicejefe de Gabinete Mario Quintana, ex CEO del fondo Pegasus (conocido por Farmacity). Y, a la vez, “buscar” un CEO para YPF, del riñón de las operadoras petroleras imperialistas. Cargo para el que suena principalmente Javier Riello, un funcionario de la petrolera francesa Total (hasta hace dos años CEO de Total Austral), que en la década de 1990 trabajó para Carlos Bulgheroni, dueño de Bridas, quien lo situó entre sus preferidos.

Según los macristas, lo que aceleró la eyección de Galuccio fueron sus declaraciones en una entrevista que publicó el domingo anterior (6/3) el diario La Nación. Allí se ubicó como un defensor incondicional de YPF (como lo hace también para sostener los secretos del turbio contrato con Chevron), afirmando que “las decisiones de YPF pasan por la asamblea. Yo nací en YPF, soy profesional de YPF, me fui a trabajar al exterior y volví. Parte de mi tarea hoy es preparar a la gente que me reemplazará. YPF no es Miguel Galuccio”. Y agregó: “La visión de YPF no ha sido rediscutida. YPF es una herramienta clave para el desarrollo del país y ésa es mi visión. No sé qué visión tiene Aranguren”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario